La experiencia Plasma 5

Un poco de contexto

Hace unas semanas decidí hacer una instalación en limpio de Archlinux en mi escritorio y esta vez elegí como entorno KDE Plasma 5 (5.6.1 para ser específicos), dejando atrás a XFCE, el escritorio «libre de colesterol» famoso por ser ligero y altamente configurable, el cual me venía acompañando incondicionalmente por los últimos 5 o 6 años.

En el pasado no le había dado una verdadera oportunidad al escritorio de KDE por razones que son más bien excusas. Lo cierto es que no me gustaba realmente, y lo poco que me llamaba la atención quedaba empañado ante el hecho de ser reconocido como uno de los entornos de escritorio menos amigable con los recursos de la máquina. Luego, llamó especialmente mi atención cuando recientemente leí sobre este nuevo proyecto de KDE denominado Plasma 5 que venía a patear el tablero de la mejor manera que podría hacerlo: un nuevo entorno basado en Qt enfocado en la personalización, el buen gusto por el estilo y que prometía ser muy generoso con los recursos del sistema.

Sin embargo, y a pesar de haberlo probado en máquinas virtuales y en mi disco duro por varios días y de haber notado que efectivamente es agradable visualmente y que «vuela» en cuanto a rendimiento, seguía dándome la impresión de que algo le faltaba, aunque honestamente quizá era a mí a quien le faltaba hacer click para vencer la inercia de tantos años con xfce. Después de varias vueltas mientras pasaba por un proceso de aburrimiento con el escritorio del ratoncito, decidí volver a intentar con Plasma 5.

Lo que sigue es el resultado de mi experiencia.

Anécdotas iniciales

Lo primero que me encontré al iniciar sesión fue con una gran ignorancia sobre este entorno de escritorio. Claro, al ser una instalación sobre Arch y haber instalado sólo el paquete correspondiente al entorno en sí, sin instalar ninguna otra aplicación además de un emulador de terminal como para tener desde donde trabajar una vez iniciado el sistema con interfaz gráfica tenía una vaga idea por dónde empezar: instalé Firefox para tener desde dónde obtener la información que necesitaba.

Acá empezaron las dudas: las aplicaciones GTK se portan mal en KDE Plasma. Un error aquí fue asumir que la integración entre Plasma 5 con aplicaciones GTK era total cuando no lo es. Descubrí que apenas existe una manera de hacer estas aplicaciones se vean más o menos bien, cosa que no es tan así. La navegación con Firefox me resultó insoportable pero al menos sirvió para definir qué aplicaciones instalaría y cuáles no, además de pasearme por la ArchWiki en busca de los detalles necesarios.

Ya con la información y varios programillas instalados pude configurar gran parte del sistema. Esto también fue útil para saber que finalmente me libraría de un navegador que nunca me gustó demasiado pero que siempre utilicé por razones prácticas: en entornos GTK, el navegador de Mozilla es lo mejorcito que hay (al menos para mi gusto).

La fase de aprendizaje: los primeros problemas

Como mencioné, Firefox no va a ningún lado en KDE. La Archwiki menciona una versión desarrollada por gente de OpenSUSE con especial integración para Plasma y que está en los repositorios de AUR. No la instalé por razones ya sabidas. Me incliné entonces por Konqueror: navegador y gestor de archivos todo en uno fue todo lo que necesité saber para decidirme por usarlo. Los problemas aparecieron en forma de mensajes que alertaban sobre ciertas implementaciones al momento de iniciar sesión a mi cuenta de pump.io (en el nodo microca.st). Debo agradecer aquí a Jan, un compañero en redes libres que además es el desarrollador de Dianara, un grandioso cliente de escritorio para redes pump.io. Gracias a él, entendí que Konqueror funciona por defecto con el limitado motor KHTML pero que también soporta otros motores, entre ellos WebKit, que en Arch viene empaquetado como «kwebkitpart». Problema resuelto.

El resto significó pasar por el proceso de re-aprender principalmente cómo funcionan las pequeñas cosas en Plasma pero que siempre son detalles importantes: dónde están los directorios con archivos de configuración, cómo trabaja el gestor de ventanas y el compositor, dónde se configura cada aspecto del escritorio y el sistema, etcétera. No es para nada difícil ni complicado para quienes usan GNU/Linux por varios años, pero requiere dedicarle su tiempo y prestarle atención a los detalles.

La etapa del disfrute

Superada ya la fase anterior, llegó rápidamente la etapa en que empecé a disfrutar de este entorno de escritorio. No cabe duda sobre lo bien que la gente de KDE está haciendo las cosas. Esto se nota en cada aspecto de Plasma 5.6.1: hay estabilidad, buen diseño, excelente funcionalidad, simplicidad, personalización al extremo y un uso de recursos que da gusto. Esto me deja en una situación muy particular: no tengo que prestarle demasiada atención al entorno de escritorio, lo que me da más tiempo para ocuparme de todo lo demás, algo que nunca me había ocurrido con XFCE.

Me he encontrado con excelentes aplicaciones para este escritorio, entre las que puedo destacar: la ya mencionada Dianara, Cantata como cliente de reproducción para MPD, el lector de fuentes RSS Akregator, el emulador de terminal Konsole, el cliente de correo KMail que me ha impresionado por su funcionalidad e integración con firmado y cifrado de correo, superando ampliamente al cliente de Mozilla, Thunderbird y para interactuar con mi equipo móvil con CyanogenMod está KDEConnect.

Me ha encantado por su parte que cada aspecto del sistema sea susceptible de ser personalizado, todo se puede modificar a gusto del usuario y las opciones son geniales con excelentes animaciones, efectos de escritorio, fuentes, esquemas de color y un largo etcétera. Respecto a esto, otro de los motivos que me llevó a buscarle la vuelta a Plasma 5 es el Artwork Antü, obra de un chico chileno llamado Fabián del Blog Pingüinos y un Café, quien ha hecho un trabajo fascinante, cuidando mucho los detalles y con muy buen sentido de lo estético, dándole a Plasma una apariencia muy disfrutable.

Conclusión

Ayer leí un artículo Adrián Perales en el que menciona su Paseo por algunos escritorios de GNU/Linux y estoy de acuerdo con él en que «El escritorio sigue siendo importante». Con tantas opciones la elección se vuelve algo muy personal. Mi recomendación es que prueben tantos como puedan y que lo hagan de manera regular: un entorno que hoy no nos gusta, puede encantarnos en el futuro y al contrario, nuestro escritorio preferido de hoy puede dejar de gustarnos más adelante.

En mi caso, tengo argumentos para decir que KDE Plasma 5 ha llegado para quedarse y estará en mi escritorio por el tiempo que siga siendo lo que es hoy: un entorno bien hecho desde sus fundamentos.

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